Un día se pensará en todos los benefactores, en cada uno de los que iniciaron la avenida de principios que nos llevan a más y habrá tanto que decir de los que dieron lugar a que Bolívar existiera y que luego trae a más a esta parte de América. Montañas habría que edificar para alzar en gloria a los libertadores, los visionarios y los que vertieron sangre y sudor porque la nación humana alcance a levantarse hoy como una sola en aspiración y conciencia de los humanos.
La estatua de Bolivar en oro, en diamante, no vale lo que su pensamiento y la acción imperecedera de haber dejado el legado de la independencia y la aspiración a un hommbre mejor en esta parte del mundo.
No saben los que llevan a más la bandera bolivariana de estos días, el caudal de luz que despiertan. Dejar morir a Bolivar era como traicionár los doscientos años de independencia americana logrados a partir de la hechura por el de tanto himno y tanta bandera y tanta idea hecha gloria que hoy une a la América hispara en intención y principios al resto de las antillas y la vincula como propósito a todo el resto del universo que se opone al poder imperial.
El capital moral que heredamos de Bolivar, nos da bien administrado para ser luz por lo que resta para alcanzar al hombre necesario.